Se acerca fin de año y aparece la urgencia de cerrar objetivos del año que se va y definir nuevos, ¿resulta satisfactorio ese momento?
Al revisar el cumplimiento de objetivos, sobre todo a nivel laboral, podemos caer en un espiral de falta, al hacer foco solo en aquello que no se pudo concretar, dándole más peso a lo incumplido que a los logros.
Te proponemos algunas ideas para vivir con tu equipo de manera positiva esta etapa tan necesaria de reflexión.
Podes partir por recordar cómo fue la definición inicial de objetivos, cómo era el contexto, que seguramente fue cambiando y mirar juntos el recorrido: ¿Qué fenómenos emergentes hubo estos meses y cómo afectaron la ejecución de lo planificado?
Luego pueden poner en valor cómo se adaptaron a las contingencias que se presentaron: ¿Qué aprendizajes hicieron vos y tu equipo? ¿Incorporaron nuevos conocimientos? ¿Desarrollaron habilidades distintas? ¿Cuáles?
Añadimos a esto una posibilidad más…realizar la retrospectiva emocional.
Esta conversación a veces está vedada en las organizaciones y si consideramos que las emociones nos disponen a la acción estamos perdiendo información relevante.
Pueden preguntarse: ¿Cómo se sintieron en cada una de las etapas de cumplimiento? ¿Qué emociones atravesaron en el equipo? ¿Qué podrían haber hecho para pasarla de una manera distinta?
Solo luego de recordar lo vivido, capitalizar lo aprendido y explicitar la experiencia del equipo estarán en condiciones de asumir juntos nuevos retos, de lanzar la piedra hacia adelante, más lejos.
Les ofrecemos una reflexión adicional… ¿Les hubiera servido hacer planes más cortos?
Creemos que los objetivos trimestrales potencian el aprendizaje y permiten mejor ajuste a la velocidad del cambio actual. ¿Será esta una posibilidad para tu equipo?
Finalmente, a la hora de evaluar y de hacer planes, pensarnos como equipos constituidos por personas nos acerca mucho más a cómo somos en realidad.
¿O acaso solo se trata de cumplir un check list perfecto?